Echando la vista atrás, en 2009 la producción española de castañas rozó las 300.000 toneladas –Galicia representó el 96,4% de la producción total–. Pero solo 5 años más tarde, en 2014, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación registraba en sus anuarios estadísticos una caída del 46% en la producción nacional, que totalizó oficialmente 161.359 toneladas.
“En esa fecha pasó lo que anteriormente ya había pasado en Italia y que dejó aproximadamente por esos años picos de producción en torno al 10%, y fue la aparición de la avispilla del castaño; un insecto, el Dryocosmus kuriphilus, originario de China que pica las yemas de los árboles y corta la producción de fruto”, explica Juan Fernández, dueño de Castañas Rafael y presidente de Proagrosilga. “A partir de esos años, Italia ha ido recuperando la producción, pero la de España y Portugal ha ido en descenso”.
“Este año hemos seguido teniendo ese problema, que ha dejado un impacto en la producción, pero sobre todo lo ha hecho el clima”, señala. “Después de un verano que fue perfecto para la campaña, entre el 20 de septiembre y el 15 de octubre tuvimos casi un mes seguidos de temperaturas por encima de 30 grados. Con la humedad de las lluvias del verano y ese calor, los hongos lo han tenido muy fácil para estropear la fruta y por eso no solo la producción ha sido baja, sino que también ha sido baja la calidad y muchas de las castañas no han sido comerciales”.
Esta campaña, cuya recolección ya se ha dado por concluida, sucede a la del año pasado, cuando la producción también fue a la baja. “Para hacernos una idea de la situación el año pasado, nosotros en castañas Rafael en 2016 hicimos más de 4.000 toneladas de castañas, y el año pasado produjimos la mitad. Esta caída en la cosecha no solo ocurrió en España, también en Portugal; aunque Italia tuvo un repunte de producción y las castañas italianas pudieron surtir a todos. El problema es que este año no ha habido mucha cantidad en ningún lado”.
Por supuesto, esta situación de oferta se ve reflejada en los precios, indica Juan, que se encuentran a unos niveles altos. “El que quiera hacer calidades buenas, si no puede hacer una calidad excepcional, se encuentra esta temporada con el problema de que el destrío es muy elevado y la velocidad de trabajo es mínima. Por este motivo el precio debe subir sí o sí, con todas las castañas no comercializables que hay este año”.
“Sin embargo”, prosigue, “llevamos en una subida de precios constante desde 2016 y tememos que los precios se eleven demasiado, hasta unos niveles que en España y Portugal cueste consumir el producto. Porque incluso este año de menor oferta, ya se nota”.
Como muchas otras campañas no solo españolas, sino también europeas, muy afectadas por la climatología, desde el sector de la castaña –y más desde Galicia, donde se recolectó en 2022 el 92% de la producción española– se espera que el tiempo sea más favorable para recuperar volúmenes y, sobre todo, calidad en la cosecha de 2024.
“Con respecto a la avispilla del castaño, es un tema que seguirá estando ahí, pero gracias a la experiencia en Italia y a que en España no habíamos llegado a los niveles que tuvieron ellos con la plaga, la estamos frenando mediante el uso de Torymus sinensis para su lucha biológica; un insecto con el que en Italia han conseguido tener la plaga bajo control”, comparte Juan Fernández.
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